Breve historia de la cultura vitivinícola rumana
La producción de vino en la región que hoy es la Rumanía moderna se remonta a la antigüedad, cuando los griegos trajeron las primeras vides al país a través del Mar Negro entre 600 y 500 a.C. Estos viñedos se encontraban en la actual Dobrogea y fueron utilizados por los romanos para elaborar vino durante su periodo de asentamiento en la región.
Los monasterios contribuyeron al desarrollo de la vid y el vino en la región de Valea Călugărească (actualmente la región vinícola de Deaulu Mare), Drăgăşani y Transilvania. Sin embargo, como en gran parte de Europa, la plaga de la filoxera llego al país en 1884 y arrasó la mayoría del viñedo del país. 
Fueron los viticultores franceses quienes ayudaron a Rumanía a superar la crisis introduciendo portainjertos para recuperar las plantaciones. A principios del siglo XX, se puso en marcha las primeras normativas vitivinícolas y se formaron las primeras denominaciones de origen, estableciendo así los primeros precedentes de las actuales regiones y áreas de producción.
Bajo el régimen comunista de 1944-1989, la producción de vino se industrializó al máximo para aumentar la productividad. Las hectáreas de variedades autóctonas disminuyeron y, mediante cruces, se crearon nuevas variedades para lograr una producción más consistente y con mayores rendimientos, en una clara apuesta por el volumen a costa de la calidad.
Después de 1990, tras la caída del Muro de Berlín, se genera un nuevo contexto socioeconómico y político. Sin embargo, el progreso en el sector del vino rumano se dio a un ritmo más lento de lo esperado, siendo necesario un periodo de transición hacia un nuevo sistema económico de mercado y a la creación de un nuevo marco jurídico. Se impulsó la privatización a través de nuevas leyes y de la mano de un selecto grupo de bodegas históricas. Más recientemente, la inversión extranjera y la financiación de la UE han contribuido a reconstruir el patrimonio vinícola del país.
Rumanía hoy
En la actualidad, Rumanía ocupa el 5º lugar en Europa y el 10º en el mundo por hectáreas totales de viñedos plantados, y su volumen de producción de vino para la cosecha de 2021 ocupó el 6º lugar en Europa (OIV, 2022). Sin embargo, de las 184.000 hectáreas plantadas, sólo alrededor de la mitad se utiliza con fines comerciales.
Cada vez es más fácil encontrar vinos de Rumanía en las estanterías de las tiendas especializadas, aunque sólo el 5-6% del vino rumano se exporta y la industria vinícola local depende en gran medida del consumo interno. En los últimos años ha aumentado el volumen y el valor de las exportaciones. Países como Alemania, el Reino Unido y los Países Bajos constituyen los principales mercados de exportación.
Aunque en Rumanía hay varios cientos de viticultores y productores de vino, la mayor parte de la producción corresponde a unas pocas bodegas de gran tamaño, entre las que se encuentran Cramele Recaş, Jidvei, Casa de Vinuri Cotnari, Domeniile Alexandrion Alexandrion Rhein 1892, Beciul Domnesc, Crama Ceptura.
Geografía y variedades
Las regiones vinícolas rumanas están situadas entre los 44 y los 48° de latitud norte, en un clima continental moderado con veranos calurosos (la temperatura media en julio es de 23,5°C) e inviernos fríos y secos.
El Mar Negro ejerce una influencia moderadora y los Cárpatos (33% de la superficie del país) bloquean las masas de aire polar y siberiano procedentes del Noreste; sin embargo, al menos una vez cada 10 años pueden alcanzarse temperaturas de -20°C. Con una precipitación media anual relativamente baja, de 540 mm, puede haber sequía durante el verano.
Rumanía tiene tres zonas diferenciadas: la meseta intracarpática, las estribaciones de los Cárpatos y la zona póntico-danubiana. Éstas se dividen en 8 regiones vitícolas, 33 DOP registradas mas una solicita en proceso de registro (Jidvei) y 12 IGP.
Existe un rango amplio de variedades locales e internacionales. Por el lado de las variedades tintas la Merlot y la Cabernet Sauvignon son las más cultivadas, seguidas por la Fetească Neagră y Babească Neagră. Por contra las variedades autóctonas Fetească Regală y Fetească Albă son las blancas más plantadas como se puede ver en el gráfico de la OIV de las variedades más plantadas en 2022.
¿Qué futuro le espera al vino rumano?
Debido a que las exportaciones representan una proporción tan pequeña de la producción total, muchos consumidores internacionales no estamos familiarizados con el vino rumano.
A pesar de la reticencia a compartir esfuerzos, debido a la mala reputación de la industria del vino durante las décadas de colectivización durante el régimen comunista, algunos productores rumanos de Denominaciones de Origen como Dealu Mare y Drăgăşani han formado asociaciones de viticultores para promocionar colectivamente sus vinos en los mercados internacionales.
Rumanía aún no ha encontrado una variedad emblemática que sea la marca nacional, o un vino, región o productor icónicos que lideren su presencia en el mercado internacional. Mientras que algunas bodegas creen que hay mucho potencial en variedades locales como Fetească Regală, (la variedad más plantada en el país) y Fetească Neagră, otras bodegas están empezando a apostar por las variedades internacionales. Cabe resaltar que cada región rumana ha comenzado a elaborar su propio catálogo de variedades locales basado en las plantaciones tradicionales de cada zona, la mayoría de las cuales se perdieron tras la filoxera.
Sin duda, muchos lectores desconocerán Rumanía, no sólo como productor de vino, sino también como país. Sin embargo, su historia, sus numerosas variedades de uva autóctonas y su diversidad de regiones le confieren un verdadero sentido de lugar y personalidad.
By Julia Scavo DipWSET
Traducción y adaptación by Artean Wines
