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¿Son una realidad los vinos sostenibles?

Desde hace ya unos años el adjetivo de sostenible -o el sinónimo sustentable- se ha añadido al elenco, sumamente amplio, de términos que buscan calificar a un vino, no siendo extraño escuchar o leer sobre “vinos sostenibles”. En este sentido, puede que como consumidor te preguntes por las características de sabor y olor de este tipo de vinos, si son mejores, más sanos… en suma ¿Cuál es el valor de este tipo de vinos?.

El año 2015 la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, la cual contempla 17 objetivos que buscan poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas de todo el mundo. Es en este contexto en el que el concepto de sostenibilidad llega al mundo del vino, con el objeto de que el conjunto de actividades que están implicadas en la elaboración de vinos se realicen en coherencia con una serie de principios de sostenibilidad. Por lo tanto, deberíamos hablar de vinos que han sido elaborados siguiendo unos criterios de sostenibilidad a lo largo de toda la cadena de valor, más que de “vinos sostenibles”.

Siendo así, hay algunas preguntas que deberemos hacernos ¿Cuáles son esos criterios de sostenibilidad? ¿Quién los determina? ¿Cómo tenemos la certeza de que un vino ha sido elaborado bajo esos criterios? Y por último ¿Todo ello tiene alguna repercusión en las características organolépticas de un vino?

Diferentes organismos, con la Organización Internacional del Vino (OIV) a la cabeza, han establecido lineas directrices para una viticultura basada en las tres dimensiones del desarrollo sostenible (económico, medioambiental y social) y, en el caso de la OIV, una guía sobre la producción sostenible de uvas. En esta guía se hacen recomendaciones sobre aspectos organizativos, emplazamiento e infraestructuras, insumos y equipos de producción, afluentes y residuos, operaciones de producción de uva y embalse y almacenamiento. Cuando se entra en el detalle de los contenidos de dicha guía, es fácil percatarse que la viticultura sostenible va mucho más allá de la viticultura ecológica o biodinámica.

Diversos estados y países han ido manifestando su voluntad de que se abogue por este tipo de viticultura, como en el caso de Nueva Zelanda, Australia o California  que han establecido una serie de standards, disponen de una certificación específica y supervisan el cumplimiento de los requisitos establecidos. Y cada vez hay más organizaciones de productores o viticultores que se comprometen a realizar distintos esfuerzos encaminados a lograr que sus vinos sean elaborados bajo prácticas de viticultura sostenible. Sin dejar de poner en valor el conjunto de iniciativas que tratan de impulsar y reconocer este tipo de viticultura, no es menos cierto que su aplicación es minoritaria en la elaboración global del vino que se produce y comercializa a nivel internacional, e ínfima a nivel nacional.

Por otro lado, cuando se implementan las prácticas sostenibles, el efecto de las mismas en el vino final serán en el mejor de los casos de salubridad y calidad, más que en el hecho de que un vino que se ha elaborado siguiendo una viticultura sostenible vaya a tener unas características de olor, sabor, estructura, complejidad… distintivas o que pueda ser identificado en una cata a ciegas como un “vino sostenible”. Lo que sin duda no hay que desdeñar, es el valor diferencial que desde el plano comercial puede suponer el que un vino se comercialice con el apellido de “vino sostenible”, pues es sobradamente conocido el efecto que ciertas “etiquetas” o mensajes tienen en la decisión de compra de la mayoría de los consumidores.

En suma, cuando vayamos a comprar o consumir un vino con la catalogación de sostenible, en primer lugar deberíamos valorar si realmente hay elementos que nos pueden dar cierta confianza sobre el hecho de que en su elaboración se hayan seguido unos ciertos criterios de sostenibilidad, y de ser cierto, tener muy claro qué es lo que estamos aportado nosotros al comprar dicho vino, más que en las características organolépticas y el placer que dicho tipo de vino nos vaya a proporcionar. Pues como consumidores no debemos de olvidar que también con nuestros actos podemos contribuir a que la sostenibilidad vaya siendo, cada vez más, una realidad en el mundo del vino.

By Josean – Artean Wines

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